Desde su apertura inaugural en 1997, el icónico complejo turístico que define los veranos en España ha experimentado una evolución paralela a la del propio país. Surgió con fuerza en la primera década de los 2000, sufrió un abrupto declive durante la crisis inmobiliaria de 2008 y ahora se esfuerza por recobrar su antiguo esplendor. ¿Será capaz de lograrlo?
Para muchos españoles, especialmente entre las generaciones más jóvenes, la ubicación exacta de Marina d’Or en Oropesa del Mar (Castellón) podría no estar del todo clara, pero la conciencia colectiva reconoce este lugar cuasi místico en el país. Una campaña de marketing desarrollada a lo largo de la década de los 2000 ha dejado una huella perdurable en el imaginario popular, inculcando en la mente de todos la conocida expresión: «Marina d’Or, ciudad de vacaciones, ¿dígame?». Asimismo, resonará en otros con una voz infantil: «¡Marina d’Or, qué genial!».
Durante décadas, este complejo ubicado en Oropesa del Mar (Castellón) fue presentado como el destino vacacional por excelencia en España. Para respaldar esta afirmación, además de enorgullecerse de sus «más de 300 días de sol al año», ofrecía una amplia gama de hoteles, miles de apartamentos, parques temáticos, un centro médico, atracciones acuáticas y un extenso balneario de agua marina. En total, se extendía sobre 1.400.000 metros cuadrados destinados al descanso y el entretenimiento, con más de 500.000 metros cuadrados dedicados a espacios verdes y jardines, así como diversas instalaciones deportivas y recreativas propias de su naturaleza turística.
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Vista aérea de Marina D´or |
El proyecto de dimensiones colosales, ampliamente promocionado durante años por Anne Igartiburu, fue concebido por el empresario Jesús Ger García. Inicialmente involucrado en el sector de electrodomésticos y muebles, este catalán pronto incursionó en la dirección de una fábrica de colchones. Después de un breve episodio en la industria cerámica y al percibir el mayor potencial que ofrecían áreas como el turismo y el desarrollo inmobiliario, optó por embarcarse en el ambicioso proyecto turístico en Castellón.
A pesar de que la marca fue registrada en 1983, el primer hotel de Marina d’Or no abrió sus puertas hasta el 18 de abril de 1997. Desde entonces, esta ciudad vacacional ha experimentado una montaña rusa de cambios, desde un ascenso vertiginoso en el auge inmobiliario de una década hasta un descenso abrupto debido al colapso de la burbuja inmobiliaria. Además, a lo largo de los años, ha enfrentado críticas y desafíos medioambientales por parte de grupos como Ecologistas en Acción y Greenpeace debido a su notable impacto en la zona.
La Caída a los Infiernos: la Crisis Inmobiliaria Cuando la crisis inmobiliaria de 2008 sacudió todos los sectores, el proyecto de Ger estaba destinado a sufrir las consecuencias. Marina d’Or comenzó por cerrar una décima parte de sus oficinas y dejar sin empleo a 1.000 trabajadores de la construcción. Mientras en otras partes del país se paralizaban cientos de obras y numerosas empresas se declaraban en bancarrota, las ventas en este emblemático destino estival se desplomaron un 60%, al igual que la demanda.
Consecuentemente, la deuda de Marina d’Or alcanzó los 540 millones de euros, lo que trastocó los planes del grupo y resultó en la adquisición de cientos de viviendas por parte de bancos. La empresa constructora y promotora de los apartamentos, Comervi, se declaró en concurso de acreedores en 2014. Tras esta declaración de insolvencia, la constructora atravesó un proceso legal complicado. Este episodio económico desafiante solo involucró a una de las tres sociedades que forman el conglomerado de Ger; él mantuvo bajo su control los hoteles y la empresa dedicada a proyectos internacionales.
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Complejo hotelero en Marina D´or |
La constructora regresó a la actividad una década después del inicio de la crisis. En concreto, durante el segundo semestre de 2018, luego de superar el concurso de acreedores que había enfrentado desde abril de 2014, presentó una solicitud voluntaria al Juzgado de lo Mercantil número 1 de Castellón. Para 2019, registró una facturación de 18 millones de euros y obtuvo ganancias por 1,9 millones de euros, como refleja el Registro Mercantil. Ni siquiera la pandemia logró derribar a esta ciudad vacacional: en 2020, la empresa matriz de Marina d’Or facturó un total de 23 millones de euros, generando siete millones de euros en ganancias.
Un año después, en 2021, se anunció que Marina d’Or había cedido una deuda de 107,6 millones de euros al fondo Farallon. Este cambio en la gestión de los hoteles llevó a la empresa Gestión de Activos Turísticos (GAT) a asumir el control. El plan de esta entidad incluye una inversión inicial de 10 millones de euros destinados a renovar las instalaciones, con el objetivo de aumentar el valor de los hoteles a entre 150 y 200 millones de euros en un lapso de dos o tres años. El resurgimiento de este complejo luego de los estragos de la crisis, sus renovaciones en proceso y los descuentos en paquetes vacacionales han vuelto a colocar a la ciudad de vacaciones en el radar turístico. ¿Será capaz de volver a los días de gloria pasados?
Autor: Javier Vicente
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